La fragilidad del hombre

El orgullo, la inseguridad, el qué dirán, el estar al altura. Estamos en las mismas. Tú y yo tenemos los mismos demonios.

Estoy constantemente, y quizá tú también, en tensión espiritual, con muchas dudas y muchas miserias.

Hay días que me levanto y me como el mundo. Y hay otros en los que me voy a tomar por culo rapídismo porque me creo que no valgo pa’ na.

Ya somos dos, porque te pasa a menudo a ti también.

¿Por qué somos tan frágiles?

Intentamos ser esos mastodontes rinocerontes y machos alfa que proveen y copulan y, cuando un fino hilo se resquebraja, pasamos de creernos los putos amos a sentirnos como una putísima mierda. No vales para nada, eres un inútil, etc.

¿Por qué? ¿Cerebro humano? ¿Presión social? ¿Instagram?

Un conjunto de todas.

¿Te crees que hace 10.000 años, en la antepenúltima glaciación, cuando te ibas a cazar mamuts tu cerebro te empezaba a lanzar excusas rollo aaaaaaaaay ejjjj que hace mucho frío, ayyyy ejjjj que no puedo, tengo pádel?

QUÉ-COÑO.

Cogías una lanza, le hacías unga-unga en señal de cariño a tu hembra alfa y te ibas a cazar o a morirte. Sobrevivir. Punto.

Ahora, con todo eso cubierto, con carne de res, de cerdo, de jabalí, carne sintética que no es carne sino puta mierda artificial más insana que chupar el suelo, un techo, varios si eres boomer, calefacción, la Braun para depilarte bien los huevos y Tinder para enseñárselos a la primera desconocida que le dé al joystick, lloramos más que cuando por dejarte encendida una fogata de noche un tigre se comía primero a tus hijos y luego a ti.

Y eso es algo que me parece fascinante y que pretendo saber por qué esto es así.

Todo esto lo comentaba con un amigo que vive en Moscú, a -25 grados, que me dice que cuando sale el sol se está a gustico.

Ninguno de los dos fumamos nada.

Me manda un audio de 15 minutos diciéndome que me está dando la chapa, y no es ninguna chapa.

Hablábamos de espiritualidad, de Dios, que si no eres creyente puedes adaptarlo a tu Bellingham, Kilyie Jenner o a tu profesora de yoga, y de que después de 2 años en Moscú saliendo con una chica…

Se va a casar con ella.

¿Cómo? ¿Perdón?

Lo mejor de todo fue cómo me lo planteó:

El niño se hace hombre cuando toma responsabilidad.

Y es que tampoco tengo yo mucho más que añadir a una frase tan lapidaria.

Si te pones 50.000 excusas para hacer algo, te quejas por sistema y le echas la culpa a otros de tus mierdas, pues qué quieres que te diga: eres un mañaco.

Que no hace falta que te cases. Con espabilar un poco ya vas por delante del 99% de los que te rodean. Porque cuando todo el mundo llora, que siiii ejjjkee la coyuntura socioeconómica tan heavy que me ha tocado vivir es una mierda, ejjjjjjjkeeeee mira cómo ha subido el queso light del Mercadona ¡20 céntimos! y ejjjjjkeee eejjjkkeeee ejjkkkeee, querido suscriptor, mereces que venga un mamut y te ensarte con los colmillos como si fueras brocheta de torreznos.

Porque cuando te haces responsable de tus actos y de lo que te pasa, se alinean los astros, entras en estado de flow y las cosas salen solas. Y te casas con una rusa. Y te sientes CR7.

Recuerda que no tienes derecho a nada. Ni a un zulo de 30 metros cuadrados en la capital, ni a una subida de sueldo como corporate slave en Uría Menéndez ni a nada.

Está en tus manos esforzarte y hacer las cosas bien. Y estarás en paz.

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