Crisis de identidad: ¿Cómo superarla?

Yendo a grabar un spot publicitario para el despacho de un amigo que es abogado penalista, eso que yo podría haber sido y todavía no soy ni sé si seré, me di cuenta de demasiadas cosas.

La primera cosa es que me queda muy bien.

No estoy ni muy flaco ni fuerte. Y un amigo, que sabe mucho del tema, me dijo que tenemos «cuerpo percha» y que si nos ponemos un traje de sevillanas también nos quedaría bien.

Las mujeres dicen que los hombres lo tenemos muy fácil en las bodas, que nos ponemos un traje y estamos muy guapos.

Señorita, permíteme discrepar. He visto auténticos disparates en graduaciones de informáticos con la corbata holgada, el botón del cuello de la camisa desabrochado y calcetines con aguacates.

Y he visto a novios casándote con engendros textiles encima. Normal que los matrimonios duren tan poco.

He visto los Goya.

La gala del Balón de Oro ni la menciono.

Así que no, no es tan fácil.

La segunda cosa es que nadie ha adoptado el traje como propio de su marca personal, salvo Fer Miralles, algún sastre de Instagram y los diputades, pero éstos no cuentan, que de alguna forma tienen que disimular no saber sumar.

Hay una tendencia entre los hombres de negocios, exitosos y no exitosos, a confundirse con vagabundos.

Supongo que es por la historieta épica del desgraciado cuyo padre se suicidó y cuya madre se fue a Argentina con la de Marco, que te obliga a parecer que tienes la suite presidencial debajo del Golden Gate.

A poco que uno tenga tres virales en YouTube, se monta una marca de ropa de sudaderas oversized más feas que eutanasiar a tu abuelo con Alzheimer.

No recuerdo haber visto una foto de mi abuelo en la que no saliera con traje y corbata. Se ve que la elegancia ahora es Franco.

Coge una foto de los años 50 y observa los atuendos de los machos. Espera, que te la pongo yo:

El estilo de los años 50… - Hockerty

Ahora tú estarás pensando, querido suscriptor, que son épocas distintas y que los estilos también son distintos.

Y yo te diré que ya hay demasiada gente vistiendo sudaderas y el chándal del PSG, y que, no necesariamente debe ser un traje, pero con una americana y una corbata con un nudo Windsor bien hecho es súper fácil destacar en este siglo de garrulos y perroflautas.

En el césped, David Beckham y Vinicius Jr parecen compañeros de profesión, pero en la calle, uno parece el dueño de un imperio deportivo y el otro un delincuente de la Favela.

Y esta segunda cosa va irremediablemente ligada a la tercera, y la mejor:

He tenido una crisis profunda de identidad estos meses atrás.

De esas en las que cada día te preguntas qué cojones estás haciendo, quién eres, hacia dónde vas y cómo se viviría en el Imperio Romano.

¿La primera en darse cuenta? Mi novia.

Benitín, tú antes te arreglabas más y me conquistaste así. Ahora eres un dejao’.

Me levantaba de la cama para bajar a hacer la reforma de un local, a llenarme de polvo, escombros y pintura, que me apetecía transmitir la misma mierda que cargaba.

He estado un mes bajando a trabajar en chándal y me daba bastante vergüenza cruzarme con alguien conocido.

Todo esto viene desde mi aversión al mundo corporativo y al postureo abogacil del que acabé hasta los cojones. Pero una cosa es salirte del camino que te marcaron desde que naciste como ternerillo de Miura y, otra muy distinta, mostrar indicios de bipolaridad.

Tengo el armario lleno de camisas, americanas y corbatas.

Una ex novia, hace 10 años casi, me dijo que yo tenía algo que los demás no, justo por eso, pero a mí me da igual lo que digan las muj…

No, mamón, ¿cómo te va a dar igual?

Mis amigos, con 20 años, me decían que parecía que tenía 80. En el fondo era envidia, cabrones, que para vosotros ir elegantes es poneros el chándal de La Décima.

Mi madre ya me repeinaba de pequeño y me ponía camisas con tirantes, ¿ y ahora voy yo como un cocainómano todo el día? ¿Pero qué me he creído?

Mi historia, y la que narran los que me conocen, que muchas veces dice más de ti que lo que tú te crees, parte de la base de que soy un abogado y que qué cojones hago friendo croquetas.

Yo les contesto que llamarme abogado es insultar a los abogados, y que para ser abogado y llamarte así es obligatorio apuntarse en el Colegio de Abogados.

(No digas que te lo he dicho. Puedes seguir pensando que soy abogado, que no se van a enterar)

Dicen que uno no es su profesión. Vale. Ponle a un abogado un chandal, que al día siguiente estará en un comedor social.

Así que el traje será mi 

Un policía sólo va en uniforme en acto de servicio. Cuando no lo está y ve a un caco y tiene actuar, actúa, en mangas de camisa o en bañador.

El uniforme no se ve por fuera, pero va por dentro.

Yo no he estado delante de un juez en mi puta vida, ni sé si lo estaré alguna vez ni me importa saberlo ahora mismo.

El uniforme no irá por dentro, pero sí por fuera.

Me pueden salir las cosas mejor o peor, pero, independientemente de eso, voy a estar guapo para celebrarlo o para llorarlo.

Seguro que Don Draper estaría orgulloso.

Si te ha gustado este artículo, te cuento más en mi newsletter: